jueves, 10 de enero de 2013

Espiral



Estas escaleras le llevarían a aquella casa mientras intentaba subir uno a uno los escalones sin caerse, él la observaba desde arriba, llevaba un pantalón negro pitillo y un pañuelo al cuello, ella en cambio se había puesto sus mejores galas, un vestido rojo que iluminaba toda la estancia, miró arriba y sus miradas se encontraron. Ella era una persona tímida, él por el contrario sabía muy bien lo que estaba haciendo y lo que iba a ocurrir. Eran las 3:00 de la mañana, y con unas copas de más, María había decidido escribir a su hombre, la timidez de una chica de 23 años, se encontraba con un hombre de 34 soltero, pero con mucho pasado encima.  Se conocieron una noche en una discoteca,  después de echarse varias miradas ninguno de los dos se atrevió a acercarse, ese día tenían demasiados ojos encima, pero ella haciendo un acto de valentía, escribió su número en una servilleta y al irse, la dejó caer al suelo. A veces tenía comportamientos de una mujer atrevida, pero de repente, le venían unos monstruos del pasado, que le hacían esconderse dentro de sí misma. Él se agachó, cogió la servilleta y la guardo en el bolsillo. Cuando llegó a su casa, la escribió y la dijo: " Me ha encantado tu gesto, habrá oportunidad de volver a vernos. Llámame. María no se creía que ese hombre, la escribiese esa misma noche, no quiso contestarle hasta este momento. Terminó de subir las escaleras y se encontraron. Él la agarró por la cintura le dio una vuelta entera y le dijo al oído " Estás preciosa" entraron en la casa  y se sirvieron dos copas de vino. La casa de él era pequeña, una buhardilla con vigas de madera, una habitación y una cocina pequeña, se sentaron en el sofá y comenzaron a hablar. La conversación pronto pasó a ser sobre ellos y sobre que pasaría. En realidad ella sabía que era insostenible, pero quería quemar los últimos cartuchos antes de dejar de verle. Así que se quedó allí, sabiendo que a la mañana siguiente, esa noche no habría ocurrido nunca...

lunes, 7 de enero de 2013

SOCIEDAD GLAMUROSA


Hace años escribí sobre la sociedad glamurosa y el cinismo de la sociedad. Y hoy me ha venido una nueva frase a la cabeza.  Todos los políticos se dedican a alimentar a ratas sentadas en mesas de cubiertos de oro. Pues la verdad, tengo ganas de rescatar esto.


Sociedad Glamurosa
Ahí van los adinerados con un gran diamante colgado y sus limusinas; mastodontes arrollando a criaturas inertes, petrificadas.
Se llevan las mujeres como prenda de abrigo, macrofiestas, plumas varias, ojos saltones hacia un barco de millones. Ahí están, ahí van, a la moda parisina, londinense o lo que toque. Es Abril, aguas mil, chubasqueros a millones; mejor dicho de millones, con pedruscos incrustados, que sufran los necesitados.
¿Hoy qué toca? ¡Falda rosa!, cenaremos en Manhattan. Jueves noche, sustituye los plumeros por abrigos de Dolce&Gabanna; cena multitudinaria para exhibirse, da igual spanglish que franchute, lo glamuroso es hablarlo.
Para finalizar sábado noche, “cena benéfica”, pasarela a la moda Victorio&Luccino, se verifica la clase de millones a borbotones. Botox, estiramientos varios y lo nuevo tunningcar, que es la moda neoyorquina y hay que fardar.