SAPHO.
Este poema, empezó siendo escrito de una mujer a otra mujer. Pero puede tener todas las variedades que queráis darle. Yo lo dejo, como lo escribí en un principio, ya que estaba continuando la poesía de Sapho.
Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas
y tu amable risa; lo cual, te juro, en mi
pecho el alma saltar ha hecho:
Pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen,
se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
sólo un zumbido,
me destila un frío sudor, y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy, y mi muerte siento
poco alejada.
Pero todo habrá que sufrirlo, incluso
cuando tu boca sea
besada o tu corazón
ya cerrado no tenga cabida
para mi.
Tenerte y no poderte,
quererte y ocultarlo
ver cuán hermoso es tu
rostro al roce de aquella mano
suave y delicada la cual
retira el pelo
y su boca susurrante
algo te dice,
daría la vida por oír lo
que emana de sus labios y así
alguna noche, imitarlo…
El Fuego volvió a
recorrer mis formas;
el hierro siempre al
calor es blando.
Mordí la manzana y
renuncié al paraíso
porque así tu lo quisiste:
ni miradas ni caricias
ni susurros.
Mujer amada o amante ¿Qué
es si no el Paraíso?
todavía sueño como será.
Mi deseo, recorrer tus
formas, no dejarte marchar,
parar el tiempo, solas, sin miedo y sin
vergüenza
sentir lo que llevamos
dentro.
Por ello, pido no
despertar, para que no me
dejes sola aquí desnuda.
Siento que la llama del
amor
me consume; me debilita
lenta
y pausadamente.
En mis sueños todo se
terminó.
Ahora ha pasado un
tiempo,
Tiempo para ver cuánto te añoro.
Aquellas noches contigo
siempre
regresan, pero no son
más
que un vago recuerdo del
alma.
Ya estoy sola. A veces
la luna
me acompaña, cubierta por
un fino manto, el cual
oculta mi cuerpo.
Las estrellas me
iluminan el
camino hacía ti, el cual
se me hace áspero y arduo.
Ahora mismo me encuentro
en la soledad
de todas tus cualidades,
suplico a la
Diosa Venus que no te
tenga raptada.
Añoro la confianza que
me inspiraban
tus manos y el recorrido
que ellas seguían.
Hay un gran espacio entre tú y yo…
así que tómame sin
miedo,
sin vergüenza, aunque
esté todo el mundo en contra.
Tú has abierto en mí la
fantasía, me indicas
me pones las ideas…
Aparta la apariencia y toma el sentido
y así sentirás lo que llevas dentro....
(*)
Gabriela
Martínez-Gil (*) idea de una
canción de Laura Pausini “Viveme”